lunes, 22 de mayo de 2017

Los manantiales de Aguadulce


El afloramiento de agua subterránea ha sido una constante en Aguadulce desde tiempos inmemoriales, estando en la base de la ganadería trashumante y de la aparición de los invernaderos


Con demasiada frecuencia ignoramos la toponimia que nos rodea. No nos preguntamos por qué una rambla se llama «de la Culebra» o «de San Antonio», qué era el Campillo del Moro, por qué existe una «algaida» tan cerca nuestra o, sencillamente, a quién se le ocurrió llamar así a Aguadulce a pesar de su clima subdesértico y a encontrarse a orillas del salado Mediterráneo.
Mapa de 1855 en el que aparecen la Torre de Rambla
Honda y las cacimbas de Aguadulce. (Fuente: IGN)

La explicación reside en las «cacimbas», un término hoy en desuso, pero que hacía referencia a unos pequeños manantiales de agua que veían la luz en la zona del actual puerto de Aguadulce. Procedían de las filtraciones de la Sierra de Gádor, que manaban en la zona donde entonces terminaba la playa y comenzaban los acantilados del Cañarete.

Pero estas cacimbas no eran el único manantial de la zona, sino que a los pies de la Torre de Rambla Honda también existía otro. Esta torre se encontraba muy próxima a la playa, en la que sabemos que en 1709 una flota inglesa desembarcó y se proveyó de agua, en el marco de la Guerra de Sucesión. Una tercera fuente de agua se señala en un mapa de 1897 de Enix, al que pertenecía entonces Aguadulce, en forma de un «estanque» situado a medio camino entre la actual Avenida de Carlos III y el cementerio.

Más cerca de Roquetas, en la Ribera de la Algaida, encontramos un cuarto y curioso manantial. El Bosque era una zona del norte de la Algaida donde la vegetación se espesaba; era, por tanto, una zona que atraía a los pastores trashumantes, aprovechando el abrevadero de la Ñoretilla para que el ganado se refrescase. A su paso por la playa y a los pies del taray centenario, los pastores se sorprendían viendo cómo las cabras y ovejas «enloquecían» y se lanzaban al mar, comenzando a beber agua. No era locura, sencillamente el agua dulce nacía dentro la orilla del mar.

Los acuíferos que alimentaban estas afloraciones de agua eran bien aprovechadas en Aguadulce a través de pozos y norias. No en vano, en 1906 aparece en el periódico almeriense «El Radical» una noticia titulada «Alumbramiento de aguas» que partía de vecinos de la zona, en la que se indica la existencia de un «río subterráneo» en Aguadulce que «abunda notablemente a la orilla del mar el agua potable». Seguidamente se indica que «alumbrando y encauzando convenientemente las aguas del supuesto río, se podría regar con ellas la hoy estéril llanura, que desde el citado pueblo de Aguadulce se extiende hasta la ciudad de Adra». Precisamente en comunicaciones de este tipo estaría el origen de las torretas para extraer agua que el Instituto de Colonización situó en todo el Poniente Almeriense y, especialmente, en Aguadulce, para abastecer a la incipiente agricultura de enarenados y bajo plástico.

Fuente construida por el Ayuntamiento de Roquetas en 2004
y abandonada en la actualidad. (Fuente: Realización propia)
¿Qué queda de todo aquello? La primigenia fuente de las cacimbas fue destruida y con la construcción del puerto deportivo de Aguadulce se secó el manantial. En su lugar el Ayuntamiento levantó en 2004 una fuente de la que pronto dejó de surtir agua; hoy, abandonada por el consistorio, no es más que un pequeño vertedero, como muestra de lo poco que algunos valoran el patrimonio histórico. Tan sólo las torretas de agua arrojan un hilo de esperanza, gracias a la labor de la Asociación Serbal, que las está acondicionando como refugios para aves.

Es a través de pequeños elementos como una fuente, una torre, una antigua casa, un molino abandonado o un árbol centenario, como se va reconstruyendo la historia desde abajo, desde lo local. Si no se cuidan, difunden y ponen en valor, estaremos condenando al histórico pueblo de Aguadulce a ser lo que no es, a verse degradada a una de las muchas urbanizaciones que pueblan la costa española.

1 comentario:

  1. Mi nombre es Guillermo Carlos Berjon Arias Camisón, aunque un nombre no es una posesión.

    En la finca los Flamencos hay un pozo de agua dulce.
    Se extrae con bombas y motores.
    Se almacena en una balsa cubierta.
    Mi casa en C Manchester 12, se abastece de este pozo.
    Saludos cordiales.

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