martes, 6 de diciembre de 2016

«Fortificar es comenzar a ganar»: búnkeres en Roquetas de la Guerra Civil

Uno de los carteles propagandísticos de la
República en favor de las fortificaciones.
(Fuente: Centro Documental
de la Memoria Histórica)
En julio de 1936 un sector del ejército se sublevaba en el protectorado español de Marruecos contra el gobierno de la Segunda República Española, que había surgido de las elecciones celebradas meses antes. Al frente de los rebeldes se encontraban generales como Queipo de Llano, Sanjurjo, Mola y, por supuesto, Franco. Éstos planearon un golpe de Estado con el que hacerse rápidamente con el poder, pero que se transformó en la Guerra Civil que conocemos y que no concluiría hasta el 39.

A los pocos días un grupo de militares partidarios de la sublevación intentó tomar el poder en Almería. Sin embargo, las organizaciones sindicalistas habían armado a los obreros, que fueron reforzados por contingentes mandados por la República, garantizando la fidelidad de la ciudad al régimen democrático. Algo similar ocurrió en las provincias cercanas (salvo Granada capital), por lo que como consecuencia en los primeros meses el frente terrestre de batalla se mantuvo alejado de Almería. Pero las guerras en el siglo XX también se libraban por mar y aire.

Como nos cuenta Rafael Quirosa-Cheyrouze, profesor de Historia Contemporánea de la UAL, en el libro «Los refugios de Almería: un espacio para la vida», a finales del 36 la aviación y la marina franquista, alemana e italiana intensificaron sus ataques sobre Almería capital. Este avance en el acoso a la ciudad culminaría con el famoso bombardeo del 31 de mayo de 1937 por parte de un acorazado de la Alemania nazi. Además, en el sur de España el cerco se había ido cerrando hacia Almería tras la caída de Málaga en febrero de ese año. Como respuesta a estos continuos ataques y el inminente avance del ejército «nacional», se hizo así necesario construir un sistema que defendiese la costas españolas en manos republicanas.

El litoral almeriense ya había sido fortificado en otras ocasiones: tanto en el siglo XIV para defender el Emirato nazarí de Granada de las incursiones cristianas, como posteriormente en los siglos XVI y XVII para defenderse esta vez de los piratas berberiscos. Pero los tiempo habían cambiado mucho desde entonces y los castillos y torreones de piedra poco podían hacer ante las técnicas militares del siglo XX. La única defensa posible consistía en fortines mejor preparados, desde los que atacar con ametralladoras.

Fortín de las antenas de Aguadulce.
(Fuente: Juan Pablo Yakubiuk)
Siguiendo ahora con el recomendable libro «Castillos, fortificaciones y defensas», editado por el Instituto de Estudios Almerienses, sabemos que se redactó un Plan de Fortificaciones de Retaguardia que se puso en práctica entre el 37 y el 38, para cubrir esta necesidad de proteger el territorio republicano frente al avance del ejército rebelde. Roquetas, municipio costero por excelenecia, no fue una excepción: debemos enumerar la existencia de al menos tres búnkeres defensivos en el término municipal. Tal y como nos tiene acostumbrados el Ayuntamiento, estos pequeños monumentos tampoco son una excepción en su sistemático abandono hacia el patrimonio histórico.

Los búnkeres defensivos son construcciones parcialmente subterráneas, realizadas en hormigón armado y con una serie de aspilleras desde las que disparar. Uno de ellos se sitúa próximo a las antenas de Aguadulce, desde donde se divisan unas maravillosas vistas; junto a él hay un polvorín donde se resguardaban los soldados, que todavía permanece en pie. Próximo al faro de Roquetas había un segundo búnker, hoy desaparecido como consecuencia de la voracidad urbanística y a la nula protección por parte de las administraciones competentes. Un tercero sigue existiendo también cerca del Puerto y entre invernaderos. A éstos debemos sumar alguno más que, como nos cuentan varios testimonios, permanece oculto en parcelas privadas. En consecuencia sabemos que todavía contamos con un mínimo de dos fortines, pese a que desde el Ayuntamiento actúen como si no existiesen.

Fortín en las proximidades de El Puerto de Roquetas.
(Fuente: Juan Pablo Yakubiuk)
Estas estructuras se encuentran muy dañadas y repletas de basura, a la espera de que alguien mueva un dedo en favor de su rehabilitación; de hecho, ni siquiera gozan de ningún tipo de protección por parte de las ordenanzas municipales. Correctamente acondicionadas, se podrían convertir en un museo vivo que nos permitiría comprender mejor el transcurso de la Guerra Civil en Roquetas y en un complemente perfecto al turismo de sol y playa. La prueba está en el existoso ejemplo de los vecinos refugios de Almería.

Si hoy siguen en pie, se debe a la fortaleza de los materiales con los que se realizaron. Pero hasta que alguien se digne a protegerlos, restaurarlos y musealizarlos, nuestros búnkeres seguirán permaneciendo en pie, tristemente deteriorados por el paso del tiempo, desafiando a aquellos cuyo modelo urbanístico reside en la burbuja inmobiliaria y no en el respeto al patrimonio histórico.


(Artículo escrito por Juan Miguel Galdeano Manzano y publicado en el Ideal de Roquetas, Vícar y La Mojonera en la edición mensual de diciembre de 2016, en la sección «De Turaniana a Las Roquetas»)