lunes, 9 de mayo de 2016

El terremoto de 1804 en Roquetas


Este seísmo se llevó por delante la vida de 162 roqueteros a causa del derrumbe de numerosas viviendas y edificios; entre ellos, el Castillo de Santa Ana

Por todos es conocido que el Sureste de la Península Ibérica acumula buena parte de la actividad sísmica de nuestro país, provocada por la confluencia entre las placas tectónicas africana y la euroasiática. Lo supiesen entonces o no, un trágico 25 de agosto de 1804 los habitantes de Roquetas lo sufrieron en sus propias carnes.

Ruinas del Castillo de Santa antes de su reconstrucción.
(Fuente: Archivo de Gabriel Cara González)
Para obtener más información al respecto, podemos acudir al catedrático Manuel Espinar Moreno, quien contribuye a la obra «El estudio de los terremotos en Almería» con un capítulo sobre la historia sísmica de nuestra provincia. Así, nos cuenta que en el propio 1804 durante los meses de enero y febrero ya habían ocurrido en la zona que va desde Motril hasta Almería capital varios terremotos, cada uno con sus respectivas réplicas. Esto provocó notables retiradas o avances del mar y el derrumbe de las torres de distintas iglesias de la Alpujarra y otros pueblos.

Pero la serie de seísmos más destructora ocurrió entre el 22 y el 28 de agosto. Imaginemos por un momento el pánico general de la población en aquellos días, desprovista de la información al minuto que disfrutamos hoy y con unas viviendas poco preparadas ante terremotos. Como nos muestran los textos históricos, el único remedio posible consistía en salir a las calles ante la mínima sacudida para evitar ser sepultados por sus propias casas. Incluso las más altas instituciones tomaron medidas: el ayuntamiento de Almería y el cabildo de la Catedral realizaban sus reuniones en las plazas de la ciudad.

Placa en la entrada del Castillo de Santa Ana que recuerda
el terremoto de 1804. (Fuente: Realización propia)
Un pequeño temblor a las 7 de la mañana de aquel 25 de agosto servía como presagio del gran terremoto que llegaría unos minutos más tarde. Numerosas casas se hundían o directamente se desplomaban, sufriendo destrozos también el edificio del ayuntamiento y la iglesia de la Virgen del Rosario. Como cuenta el historiador Gabriel Cara en «Roquetas de Mar. 400 años de Historia», el propio Castillo de Santa Ana se vino abajo en su mayor parte, quedando sólo en pie el lienzo de muralla que mira al mar; en ese estado ruinoso se mantuvo hasta la reciente reconstrucción.

Según el Instituto Geográfico Nacional (IGN) y Espinar Moreno, la intensidad máxima fue de IX grados en la escala de Mercalli, quedándose en VIII para Roquetas. Conviene recordar la diferencia entre magnitud e intensidad; la primera se mide en la Escala de Richter e indica la energía que provocó el seísmo, por lo que es algo difícilmente cuantificable a nivel histórico. Por eso hablamos de intensidad, medida en la Escala de Mercalli y que muestra los daños humanos y materiales, lo cual si permite una aproximación a través de las muertes y derrumbes que nos dan las fuentes históricas-

Mapa de isosistas del terremoto del 25 de agosto de 1804,
con epicentro en Dalías. (Fuente: Manuel Espinar Moreno)
Aquel seísmo con epicentro en Dalías se llevó la vida de unas 407 personas en toda la comarca según el IGN. Concretamente en Roquetas murieron 162, de una población total que no llegaba a los 2.000 habitantes según nos transmite Enrique Silva Ramírez en su libro Roquetas de Mar. Apuntes para su Historia. No cabe duda de que supuso toda una catástrofe demográfica para nuestro pueblo, con una población ya de por sí diezmada por la malaria, que en aquella época recibía el nombre de «fiebres tercianas». El Estado por su parte reaccionó ante esta catástrofe y eximió a las zonas afectadas del pago de impuestos ese año.

Haciendo un balance general, este terremoto ha sido el más dañino ocurrido en nuestra provincia en los últimos 300 años y sólo fue superado en la zona de Andalucía Oriental por el de Arenas del Rey (Granada) en 1884. Nuestro día a día no permanece ajeno al alto riesgo sísmico al que nos enfrentamos, como prueban los pequeños terremotos ocurridos en los últimos meses. Esto demuestra y nos recuerda una vez más que la Historia es tan palpable e irremediable que desgraciadamente puede volver a repetirse en cualquier momento.


(Artículo escrito por Juan Miguel Galdeano Manzano y publicado en el Ideal de Roquetas, Vícar y La Mojonera en la edición mensual de mayo de 2016, en la sección «De Turaniana a Las Roquetas»)