domingo, 13 de diciembre de 2015

Toponimia roquetera


Bajo lo que hoy es un espigón frente al Castillo de Santa Ana, existen unas rocas que los marineros bautizaron como «Las Roquetas», que dieron origen al nombre del municipio


Laja de rocas frente al Castillo de Santa Ana.
(Fuente: Roquetas Ayer y Hoy)
Turaniana fue el primer núcleo poblacional con nombre conocido en el actual término municipal de Roquetas. El asentamiento, situado en la Ribera de la Algaida, se remonta a la época romana y tenía unas funciones reducidas al comercio, pues al parecer era dependiente de la vecina Murgi (El Ejido). Esta población romana podría haber tomado su nombre de Turranius, un notable de la Bética y quizás su fundador. Sin embargo, este topónimo no tuvo continuidad, es decir, los orígenes del nombre de Roquetas son otros.

Espigón construido sobre las rocas frente al Castillo.
(Fuente: Tripadvisor)
Si nos desplazamos hasta el Puerto y paseamos cerca del Castillo de Santa Ana, mirando al mar, estaremos muy cerca de esos verdaderos orígenes. Para evitar la progresiva pérdida de arena de la playa, hace unos años se construyó un espigón; cualquiera diría que bajo ese amasijo de pedruscos y cemento reside la explicación de por qué hoy Roquetas de Mar se llama así. Pues en efecto en ese mismo lugar donde hoy está el espigón existían unas rocas a escasos metros de la costa, unas lajas prácticamente planas.

Esas rocas que sobresalían del agua, hoy sepultadas y difícilmente visibles, llamaron la atención de los marineros, razón por la cual recibieron el nombre de La Roqueta o Las Roquetas. En sus proximidades se encontraba una torre nazarí construida para defender la costa del Reino de Granada. Tras la conquista castellana del mismo, esta torre se amplió y se dotó de una guarnición permanente, dando lugar a la fortificación costera que hoy llamamos Castillo de Santa Ana. Sin embargo, por aquellos entonces se llamó Castillo de Las Roquetas por su cercanía a ellas.

Detalle del mapa de España y Portugal realizado
por el italiano Fornali Veronese a finales del siglo XVI
Ya en los primeros mapas del siglo XVI aparece señalado un enclave con ese nombre, Las Roquetas, pero solamente a título de aquel baluarte defensivo que era el castillo, puesto que tendríamos que esperar dos siglos más para encontrar un asentamiento permanente de población. Se trataba de mapas muy rudimentarios, en muchos casos copias unos de otros con algunas variaciones y que nos evidencian una cartografía con mucho camino por andar y pulir, con errores como situar a Adra entre Berja y Roquetas. Pero sin lugar a dudas en ellos podemos evidenciar una aparición continuada a lo largo de los siglos del enclave roquetero. En consecuencia, nos encontramos con que inicialmente Roquetas hacía alusión a un simple accidente geográfico o, por extensión, al castillo situado en sus proximidades.

Pero en la primera mitad del siglo XVIII aparece un pueblo a los pies de ese castillo y con la garantía de la protección que ofrece una fortaleza de este tipo. Esa población toma el nombre del paraje donde se encontraba, por lo que Roquetas al paso de los años ya no significará unas meras rocas de la costa, sino un núcleo de población que, en 1757, construirá su ayuntamiento y su parroquia. De esta forma se hará independiente de Felix, del cual había dependido hasta entonces, y el topónimo Roquetas se extenderá desde entonces a un término municipal propio.

Hasta ahora hemos venido hablando de por qué nuestro municipio se llama Roquetas, pero todavía no hemos nombrado la segunda parte, «de Mar», que es mucho más reciente. El 2 de julio de 1916 aparece en la Gaceta de Madrid -el Boletín Oficial del Estado de entonces- un real decreto por el que se aprueban los cambios propuestos por la Real Sociedad Geográfica en las denominaciones de los municipios españoles para evitar, según reza en el documento, «la extraordinaria y lamentable confusión» con otras localidades del mismo nombre.

Detalle del decreto publicado 2 de julio de 1916 en la Gaceta
de Madrid, con la modificación del nombre de varios
municipios. (Fuente: Colección histórica del BOE)
Así, en la provincia vemos como Alcudia pasa a Alcudia de Monteagud, para diferenciarse de otros pueblos; o Armuña, que se convierte en Armuña de Almanzora para distinguirse de sus homónimos de Segovia y Guadalajara. En nuestro caso, existía y sigue existiendo un Roquetas en Tarragona (Roquetes en catalán), por lo que para diferenciarnos de él desde aquel día somos oficialmente «Roquetas de Mar». La corporación municipal refleja esta nueva denominación en las actas del pleno del 9 de julio de ese mismo año, para lo cual hubo que cambiar los sellos municipales por el módico precio de 23 pesetas.

No podemos olvidar tampoco que hasta comienzos del pasado siglo XX el topónimo no era aplicable a los núcleos de Aguadulce y El Parador de las Hortichuelas, pues pertenecían a Enix. Fue en 1927 cuando éste decidió cederlas a Roquetas de Mar sin encontrar oposición entre los habitantes de ambos núcleos, realizándose el deslinde dos años después. A esta fecha le debemos la actual extensión de nuestro municipio.

Antiguo escudo de Roquetas de Mar
en un cartel de una de las calles
del municipio. (Fuente:
Realización propia)
También cabría hablar del título que ostenta Roquetas de Mar, el de villa, concedido bastante tardíamente en comparación con otras localidades que lo ostentan desde la Edad Media, pero que nos traslada lo que en su momento fue un hito para el pueblo de Roquetas. La denominación de menor rango y a la vez más común en el conjunto de pueblos de España era la de lugar; sin embargo, en 1930 la corporación municipal estima oportuno solicitar al Gobierno central el título de villa o ciudad. Las razones que se esgrimen en la petición oficial fueron tanto el crecimiento poblacional como la importancia económica señalándose por ejemplo «las dos importantes salinas marinas y la refinería de sal, cuyos productos se exportan a todos los mercados de Europa». Finalmente le fue concedido el título de villa que hoy sigue manteniendo y que en uno de los diseños antiguos del escudo de Roquetas aparecía incluido en el lema «Universal Villa de Roquetas de Mar».

En resumen, vemos como un topónimo que cinco siglos atrás solamente denominaba a un accidente geográfico, posteriormente pasó a atribuírsele al Castillo de Santa Ana y el paraje que lo circundaba, para después extenderse al pueblo que surgió a los pies de esta fortificación. Cuando este pueblo fue independiente, su nombre se amplió a todo el término municipal, que a su vez fue incrementado en 1929 con las adhesiones de Aguadulce y El Parador, para llegar a ser la actual Villa de Roquetas de Mar.


(Artículo escrito por Juan Miguel Galdeano Manzano y publicado en el Ideal de Roquetas, Vícar y La Mojonera en la edición mensual de diciembre de 2015, en la sección «De Turaniana a Las Roquetas»)

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